Ya puedo decir que he leído todo lo de Emmanuel Carrère
publicado en España. Incluso su biografía novelada sobre Phillip K. Dick.
“Bravura” y el “El bigote” son dos libros de esos que se
publican cuando los autores tienen mucho éxito y los editores rebuscan en su
pasado y descubren cosas inéditas (en nuestro país, esto ya se editó en Francia
allá por los ochenta). Entiendo que se haga. Los admiradores quieren más de sus
ídolos y puede interesarles ver los primeros pasos de sus escritores favoritos.
Estos incluso pueden ser buenos. Pero a mí, después de leer todo lo que me
gustó de Carrère y tenerle como autor de los seguros, de esos que sabes que
cuando vas a leer algo suyo te va a gustar sí o sí, estos inicios me
sorprenden. “Bravura” fue su primera novela y se nota. Si leéis a este escritor
empezando por esta novela a lo mejor se os quitan las ganas de volver a hacerlo.
Mal estructurado, confuso, de lectura farragosa (leía unas
veinte páginas y lo dejaba, en realidad me he peleado con la novela, he ido y
vuelto de esta muchas veces, cualquier otro-a más inteligente que yo la hubiese
abandonado en las primeras cien páginas sobre las más de trescientas cincuenta
que tiene), ambicioso pero en plan juvenil, queriendo meter de todo pero al
final liándose y liándote a ti.
Y la idea era buena. Habla de ese invierno en que un volcán
en Java cambio el clima y nos dio inviernos fríos y oscuros incluso en Europa, durante
el año 1816. En Suiza, Lord Byron, el médico Polidori y los Shelley, para
distraerse con tanta lluvia y tan pocas posibilidades de irse de marcha, se
retaron a escribir una historia de terror cada uno. Esa velada se conoce como
“la noche de los monstruos”. Ahí nació el Frankenstein de Mary Shelley, como ya
sabemos.
El autor coge esa anécdota y muchos hechos históricos (esto
sí es gusto del escritor que vendrá después) y nos cuenta una historia
alternativa con Polidori. Al borde del suicidio cree que Byron se ha apropiado
de la historia “El vampiro” y que Shelley le robó una idea para escribir
Frankenstein. Y parece interesante. Pero luego aparece el personaje del capitán
Walton, un tipo que escribe una historia alternativa de Frankestein muy curiosa
y la leemos y ya empezamos a aturdirnos con ese viraje pero en fin, vale, vamos
a ver qué pasa. Esta nueva versión de la historia la lee Ann, una escritora de
historias románticas que da otro viraje a la historia tan alucinante y mal
escrito que todo empieza a hacer aguas (como este resumen mío de la historia).
La contraportada nos explica más o menos esto y que se trata de un juego de
muñecas rusas, historias dentro de historias y reflexión sobre el arte de
escribir. Todo suena tan bien que dan dobles ganas de llorar por el resultado
desaprovechado. Y sin embargo sí veo a ratos destellos del Carrère que vendría.
Una lástima.