martes, 17 de mayo de 2016

El inicio de la primavera



A los que nos gusta escribir además de leer, ciertos libros son algo más que lo que nos cuentan. Pueden llegar a ser auténticas clases magistrales de cómo mejorar en nuestra afición.
Leyendo a Penelope Fitzgerald no puedo evitar el punto de vista de alumno. Con esta obra fue finalista del premio Man Booker del 1988. Lo era por segunda vez en este prestigioso premio de, sin embargo, patriarcal denominación. Y desde luego debió ser una justa finalista. Tanto que he ido a curiosear quien fue el ganador y me sale que Peter Carey, un tipo con bastante prestigio pero que a mí no me ha demostrado aún gran cosa. Leí algo suyo que no me dejó muy impresionado pero todos cambiamos, volveré a él cuando pueda. De momento tengo a Penélope, esta elegante escritora inglesa publicada por cómo no, Impedimenta. Traducida por Pilán Adón, una escritora española muy amiga de lo sutil y de escribir historias dejando al lector que construya entre líneas, no dándolo todo mascado. De ahí que esta obra de traducción deba haberlo sido también de amor. Y se nota. Una delicia de principio a fin. Premio a la escritora y premio también para la traductora por no ser traidora. Estoy seguro de que el original inglés no puede estar lejos en intención de esta traducción que entiende el estilo de Fitzgerald.
La novela está ambientada en la primavera de 1913 en Rusia. La escritora había viajado allí así que escribe sobre sus experiencias, suele ser mejor así. Allí el impresor Frank Reid se queda compuesto y sin esposa. Esta le deja con sus tres niños y ahí se las apañe. Pero pronto llegará una extraña jovencita rusa que cuidará a sus niños y… Da igual, no penséis que ya conocéis el final porque nada de lo que suceda se acercará a lo que habéis pensado. Esto no es literatura de fórmula. Tampoco se nos explicará en grandes y elocuentes y calculadas escenas de pasión. Aquí las revelaciones se suceden como en la vida. Tarde o cuando no te las esperas. Casi no te das cuenta de que se te ha revelado algo porque sucede en un momento rutinario y se habla de ello como si no se estuviese realmente contando algo relevante. El gran misterio de esta novela es saber por qué la mujer del impresor se fue pero luego hay misterios añadidos. Y preguntas que te puedes hacer al final y que quedarán en abierto, para que las pienses tú y te montes tu propia aventura pero tranquilos-as, las líneas básicas quedan explicadas. La historia tiene un desenlace que cierra sus cabos más importantes. Aunque como dice el epílogo, estos susciten nuevas preguntas.
En este libro, decía, se aprende a escribir obra clásica o moderna. La forma en que puedes describir a un personaje en un párrafo (desde James Salter que no leía a nadie dar pinceladas tan precisas y acertadas), a no ser efectista, a resultar verosímil en todo momento, a escribir menos para que sea más, a estructurar bien un libro, a fabricar el tiempo literario, a sugerir sin mostrar…


A veces la narradora nos hace volver a leer la misma página porque algo relevante ha pasado y sentimos que se nos ha escapado. Este libro no puede estar arriba en las listas de ventas precisamente por eso, porque estas se definen porque la mayoría no tiene cierto nivel y la mayoría tiene que leer algo más fácil de consumir. No es una queja, es lo que hay. La literatura más compleja o elitista no puede arrasar en las librerías debido a que no todos los lectores pueden dar el tipo o porque se necesita cierto bagaje anterior para disfrutar de todos sus matices. Pero Impedimenta ya ha apostado por Fitgerald más de una vez, leí “La librería” hace tiempo (un libro autobiográfico pero creo que inferior a este). Creo que también hay un espacio para que juguemos los que hemos leído mucho y no podemos seguir leyendo siempre lo mismo.

Al final del libro hay un Postfacio de Terence Dooley que enriquece el libro y nos hace querer saber más no solo de la literatura de Penélope Fitzgerald, si no de su vida, una mujer que publicó su primer a los cincuenta y ocho años. O que a los cuarenta y cinco había perdido su casa y empezaba su vida desde cero y consiguió vencer todo tipo de adversidades en plena madurez. Interesante.